Los padres que se comportan de forma educada en su vida diaria tienen un largo camino recorrido en la formación de sus hijos. No hay nada más instructivo que un buen ejemplo.
No obstante, no hay que desatender a los niños fiándose solo del buen ejemplo.Hay que ser insistentes y reiterar qué comportamientos o acciones están bien y cuáles están mal. La educación debe ser tenaz pero no agobiante. Todo tiene un límite y no hay que sobrepasarlo.
Un niño educado es socialmente bien aceptado, tiene muchas más posibilidades de éxito en la vida y genera muchas actitudes positivas hacia él.
No solo la familia es un factor determinante en la buena educación de un niño, las personas con las que se relacionan también tienen un grado de influencia notable. De aquí se deduce, que las "buenas o malas compañías" pueden afectar al comportamiento y modales de un niño.
Un niño que se relaciona con otros niños que contestan a sus padres de malas maneras, que desobedecen de forma sistemática, que hablan mal (palabras groseras, palabrotas, etc.), que son violentos o les gustan las peleas... son una mala influencia para cualquier niño. Es mejor alejarle de este tipo de compañías, aunque el niño todavía no comprenda porqué le separan o prohiben relacionarse con estos críos.
La disciplina debe aplicarse en su justa medida, como una medicina. Si da poca dosis no hace efecto; si se da mucha, puede producir intoxicaciones o efectos secundarios no deseados.
Un niño bien educado deber ser extrovertido, pero no descarado; debe ser respetuoso, pero no temeroso (hay que ganarse el respeto no tenerlo por miedo); debe ser amable y prudente, pero no remilgoso y repugnante; debe ser agradable, pero no repipi. Los padres son los que deben aplicar "esta medicina" de forma correcta, por el bien futuro de su hijo.
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